Representantes de la CGT y la CTA, entre otras organizaciones, asistieron a un encuentro de sindicalistas en el Vaticano. Esperaban con ansias el encuentro con el sumo pontífice, pero Francisco se bajó a último momento.

Entre los asistentes argentinos, esperaban con ansias la presencia del sumo pontífice dos de los tres secretarios generales de la Confederación General del Trabajo (CGT), Héctor Daer y Juan Carlos Schmid; el secretario general de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), Esteban Castro; Pablo Micheli, de la Central de Trabajadores de la Argentina Autónoma (CTA); y los dirigentes Omar Viviani, Roberto Baradel, Julio Piumato y Gerardo Martínez, entre otros.
Pero a último momento Bergoglio se bajó del cierre del encuentro y dejó a los gremialistas argentinos sin la tan preciada fotografía. En cambio, escribió una carta que fue leída ante el plenario de sindicalistas de todas partes del mundo.
En el texto, el sumo pontífice criticó la “lacra” de “los que se dicen sindicalistas y se ponen de acuerdo con los empresarios para dejar a miles de compañeros sin trabajo”.
“Les ruego se cuiden de tres tentaciones. La primera, la del individualismo colectivista, es decir, de proteger sólo los intereses de sus representados, ignorando al resto de los pobres, marginados y excluidos del sistema”, aseguró.
“Mi segundo pedido es que se cuiden del cáncer social de la corrupción. Así como, en ocasiones, la política es responsable de su propio descrédito por la corrupción, lo mismo ocurre con los sindicatos”, advirtió el Pontífice.
Agregó que "es terrible esa corrupción de los que se dicen ’sindicalistas’, que se ponen de acuerdo con los emprendedores y no se interesan de los trabajadores, dejando a miles de compañeros sin trabajo; esto es una lacra, que mina las relaciones y destruye tantas vidas y familias”, agregó.
“¡No se dejen corromper!”, les pidió Francisco en la carta que leyó, en italiano, Turkson, organizador del encuentro.
“El tercer pedido es que no se olviden de su rol de educar conciencias en solidaridad, respeto y cuidado”, planteó Francisco, al cierre del evento en el que unos 300 participantes discutieron sobre “El trabajo y el movimiento de los trabajadores en el centro del desarrollo humano integral, sostenible y solidario”.
Por último, Bergoglio fue tajante al plantear que “el trabajo no puede considerarse como una mercancía ni un mero instrumento en la cadena productiva de bienes y servicios, sino que, al ser primordial para el desarrollo, tiene preferencia sobre cualquier otro factor de producción, incluyendo al capital”. El Cronista
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