Fundaciones y mecheras



En los últimos años se han destapado numerosas tramas de corrupción. Aprovechando sus ventajas fiscales y contables, mafiosos y corruptos usan la figura de la fundación para defraudar. Escándalos de corrupción relacionados con fundaciones ocupan a menudo las portadas de la prensa, contribuyendo a la desvirtuación de la entidad.

El desprestigio de las fundaciones ha venido, principalmente, de la mano de la clase política que, sin predicar con el ejemplo, son los primeros en usar esta forma jurídica para objetivos privados.

El Estado permite que las fundaciones vinculadas a partidos políticos puedan financiarse, por un lado, mediante subvenciones públicas, millones de pesos de las arcas públicas  y por el otro, mediante donaciones privadas, habitualmente de empresas que prestan servicios a las administraciones públicas, millones de pesos en donaciones.

De este modo, debido al escaso control estatal sobre las fundaciones y sobre su contabilidad, estas donaciones privadas podrían comportar tanto financiación ilegal extraordinaria a los partidos como prácticas de amiguismo en la adjudicación de servicios y obras públicas.

Éstos no son los únicos casos de prácticas poco éticas mediando la figura de la fundación. Detrás de muchos escándalos financieros surge el nombre de una o varias fundaciones, que son usadas por multinacionales y grandes fortunas como refugio de fondos y como perceptoras de subvenciones, beneficiándose, además, de un trato fiscal y contable ventajoso.

Y esto no acaba aquí. Es un secreto a voces que algunas fundaciones se utilizan para desarrollar actividades mercantiles que no tienen nada que ver con los fines para los que fueron constituidas, con el objetivo de lucrarse y evadir impuestos. Dichas prácticas enfurecen a las Pymes, que denuncian su situación de competencia desleal a causa del trato preferencial y de las subvenciones que las fundaciones reciben. declarando prácticas sospechosas en el uso de fundaciones como refugio de actividades empresariales directas, emitiendo además facturas sin IVA.

 La población también percibe que las grandes empresas y los bancos se lavan la cara del salvaje capitalismo y la brutal especulación que practican mediante la creación de fundaciones filantrópicas. A pesar de que realmente ayudan a la realización de muchos proyectos de acción social, se cree que el fin oculto de estas fundaciones es una simple estrategia de marketing, donde multinacionales y bancos depositan lo que para ellos es una limosna, con tal de poder anunciarlo en los medios. Asimismo, también existe la percepción de que el patronato de dichas fundaciones podría recibir desmesuradas compensaciones económicas ilícitas, contribuyendo a su desideologización.

 Es por esta razón que se debería regular mejor la institución, para que estas prácticas no sucedan. La indignación de la sociedad hacia esta forma jurídica sólo podría solucionarse con un “borrón y cuenta nueva” en la normativa de las fundaciones, con la que se consiguiera recuperar su sentido social y su altruismo. Se hace necesario establecer una serie de medidas para reducir la opacidad.
Cuando se desvitúan las instituciones solidarias, para cometer estos delitos es lo mismo que si funcionaran en manos de pungas o mecheras. Ninguna diferencia.

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