Ya aprendí cuanto vale una amistad política.
Ya aprendí el valor del disvalor con el tintineo de las monedas de cobre.
Ya aprendí el ardor que producen los cuchillos en la espalda cuando aparecen los treinta denarios a comprar el honor, cuando la necesidad urge.
Ya aprendí el uso y abuso cuando se trata de escalar socialmente por sobre las personas.
Aquellos que no se han perfeccionado ni saben del esfuerzo de los logros, encuentran en la politica un ancho campo para desplegar artimañas sobre los desprevenidos educados en el respeto y los valores.
Ya aprendí el valor de jugarse por un amigo cuando todos te dan la espalda, intentando manchar con injurias tu rebeldía. Ya aprendí de los que me dejaron sola, el valor de la soledad política y de los que me acompañaron que no todo está perdido.
Seguiremos pidiendo por la verdadera paridad.
Seguiremos luchando por que paren los femicidios y seguiremos extendiendo nuestra mano solidaria para aquellos que más necesitan.
Por que más allá es nuestro compromiso cristiano y militante, Dios nos recompensa con la alegría de cada día, con enormes bendiciones.
A el le pedimos que Argentina cambie el rumbo y pueda salvarse, para eso necesita que realmente la amen. Y Argentina somos nosotros. Todos.
Por eso invoquemos el triunfo del bien.
Que cada corazón pueda ver la realidad.
Vamos a lograrlo porque la acción ya comenzó.
Vamos a lograrlo porque el bien siempre triunfa sobre el mal.
A.P.
A.P.
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