NOTA DE OPINIÓN: "El Indio" y Olavarría. Sobre la música popular y el descontrol nuestro de cada día
Por Ailin Pappano
El domingo me levanté y vi en los noticieros la noticia sobre el recital de "El Indio" en Olavarría. Lo primero que se me vino a la mente fue lo ocurrido años atrás en el boliche Cromagnon. Difícil no relacionarlo. Imposible no acordarse de los chicos que eran sacados del boliche a rastras y socorridos, algunos en vano, ya estaban muertos. Recuerdo que era de madrugada y lo pasaban en Crónica TV.
Nunca me gustaron los recitales. Quizás por el temor al tumulto de gente. A la falta de aire. A la sed y no poder acceder rápidamente a una botella de agua. Quizás por comodidad, porque prefería verlos sentada frente al televisor. O tal vez, porque nunca le vi el sentido a estar en un campo con gente que te pisotea, codea, empuja, golpea, fuma marihuana o tabaco, con olor a alcohol...
Pero como todo debe tener su "mística". Es parte ya de nuestro folclore.
Pero como todo debe tener su "mística". Es parte ya de nuestro folclore.
El ambiente de nuestro rock nacional es algo especial.
Recuerdo una vez, en época universitaria, frecuentar con una amiga groopie los entretelones de los recitales de artistas como Andrés Calamaro, Fito Páez hasta el mismo Charly. Siempre conseguía estar donde estaban ellos, y tuve el gusto de conocerlos. Cuando conocés al artista detrás del escenario llegás a percibir un poco más de su lado de persona "común".
Son estrellas. Pero también son también seres humanos, y flaquean y arrastran a sus seguidores, quienes ven en ellos iconos, modelos a seguir. Entonces, algunos jóvenes creen que haciendo lo que ellos hacen, van a ser iguales a sus ídolos. En ese camino por alcanzar la perfección, es cuando ocurren los desmanes...cuando comienzan algunas cosas "turbias".
En los recitales de la magnitud de lo que fue Olavarría, hubo mucho de eso. Hubo mucho fan desbordado por la emoción de estar frente a su ídolo. Pero en qué momento, una experiencia que debería ser de lo más placentera y tranquila termina en tragedia?
En los recitales de la magnitud de lo que fue Olavarría, hubo mucho de eso. Hubo mucho fan desbordado por la emoción de estar frente a su ídolo. Pero en qué momento, una experiencia que debería ser de lo más placentera y tranquila termina en tragedia?
Cuando ocurren las tragedias, siempre previsibles, comenzamos a buscar culpables. Como si eso resucitara a las víctimas fatales. No. Pero al menos, nos alivia creer que hay una justicia que los castigará, muy tarde, pero lo hará al fin. Luego los ídolos populares se convierten en criminales seriales para los medios de comunicación, opinólogos y gente que se informa sólo por lo que ve en la TV o lee en los diarios. Pero cuándo vamos a empezar a hacer las cosas bien? Cuándo las personas que se encargan de la seguridad de un lugar van a controlar bien, sin dejarse "coimear" por algún beso de una fan...o un paquete de cigarrillos.
Siempre está el "vivo" que se sale con la suya. El que se cuela en el recital. El que ingresa con alcohol, droga, menores, bengalas...
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Foto El Litoral |
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