Luis Buero para MotorAmor: "La pareja es una construcción cultural que cambia con el tiempo"


"El tema crucial de las relaciones humanas es que nos han convencido de que la pareja es algo natural y posible y nosotros metemos la pata y no hallamos la media naranja cuando en realidad es al revés, la pareja es imposible y nosotros la hacemos posible con laburo constante para estar dentro de la cultura.
La pareja, la sexualidad, todo es una construcción cultural que cambia con el tiempo. Y esa construcción decide lo bueno, lo malo, lo normal y lo anormal, lo placentero posible y lo prohibido, y hay leyes que enmarcan cada cosa o la cuesitonan.
Por otro lado hay un decaimiento de la metáfora paterna, la ley simbólica del padre, el padre como separador del niño del goce devorador de la madre, el padre como marca de la ley, y eso produce lo que se ve siempre, gente eternamente inmadura, que no se responsabiliza de sus afectos, de los vínculos, adolescentes para siempre, que no saben comportarse en una casa, un aula, un laburo, que no entienden la diferencia de una carretera principal y los caminos adicionales.
Esta licuación de la ley paterna produce otros tipos de neurósis, histerias, perversiones y psicósis, distintas a las de otras épocas".

La Mujer “No Existe”

Por Luis Buero

Cuando veo que algunas autoras escriben que los tipos aman solo a las cabronas, o que ellos las prefieren brutas, y otras teorías sobre (en el fondo) qué corno deberían hacer las minas para conservar un marido tiempo completo por toda la eternidad, realmente me sorprendo, porque parecen no entender al bicho al que se dirigen.
Primero aclaremos que, no racionalmente, pero si en el inconsciente masculino: La Mujer (con L y M mayúsculas) no existe, no es un significante inscripto en su bocho, es un concepto que nunca termina de ingresar del todo a su aparato psíquico.
Lo femenino, en el pensamiento primario del varón, solo se hace presente en dos imágenes opuestas y totalizadoras. Una, obviamente, es la Madre nutricia, completa, sin falta, protectora y omnisciente. La segunda, es la impura, la obscena, la garantizadora del goce y de todas las fantasías sexuales. Y la segunda es la versión degradada de la primera, para poder acostarse con ella.
Siguiendo este razonamiento no sería extraño que en algún punto Sherry Argot tuviera razón, y que las “perras” a las que ella se refiere lograran sintetizar en la (siempre) mente infantil del hombre, un simbólico de mujer unificado.
Pero el primer problema que veo en su receta (y en cualquier fórmula prescripta de la sexuación) es que obligaría a una mujer a componer un personaje que tal vez no la representa, durante 24 horas. Y en definitiva, no estaría más que respondiéndose la pregunta sobre “¿Qué es ser una mujer?”, desde el punto de vista masculino, es decir, para tener enganchado a un flaco.
El segundo inconveniente es una pregunta: ¿realmente ellas quieren hoy ser chicas de ensueño nada más para tener un tipo pegado como perro al hueso toda la vida? No lo creo.
Pero si pienso que el hombre ideal para una mujer es aquel que no la obligue a convertirse en perra, ni madre, ni hija, ni abuela, ni nada. Aquel que no le obstruya su averiguar “quién soy”, incógnita que a veces, si, no nos alcanza toda la vida para respondernos.

Comentarios