
Actualmente, el entorno de una persona juega en contra a la hora de vincularse con otra... Las obligaciones que acarrea el trabajo, el estudio, y el logro de la realización personal, impide que logremos una efectiva estabilización emocional. Provocando en la mayoría de los casos, un desinterés tal vez "inconsciente" en la relación... lo que puede desencadenar en una ruptura sin precedentes.
Hoy, hombres y mujeres aspiran pretensiones ambiciosas.Envueltos en una sociedad caracterizada por la instantaneidad, simplificación, y automatización de los mecanismos de las relaciones humanas, han cambiado el orden de prioridad de los elementos que constituyen a la persona (profesión, trabajo, pareja, hijos). La demanda del exterior, impulsa a inmiscuirnos cada vez más en asuntos ajenos y dejamos de lado aquello que nos resguarda las espaldas y... el corazón.
ALgunos periodistas, de algunos medios, no se cansan de exponer sus "tesis" sobre las dificultades para hallar una pareja estable o hacen uso de su condición de comunicador para emitir cifras absurdas con respecto a la cantidad de divorcios y separaciones afectando de esta forma, las aspiraciones de miles de hombres y mujeres en busca de una relación verdadera. Inducen al desarraigo de los valores, a la despreocupación total del otro para preocuparse en uno mismo convirtiendo la relación en un YO para otro YO. La rutina altera los ritmos de vida y ocasiona el tan inesperado "desgaste".
El afuera nos obliga a vivir aceleradamente consumiendo en grandes cantidades, sin nunca alcanzar la satisfacción de nuestras necesidades... al vivir en una sociedad altamente capitalista, la pérdida de valores se hace cada vez más visible. Perdemos todo tipo de compromiso, tanto sea con el otro, como con nosotros mismos, para correr a contra reloj en una carrera que conduce a un mismo final... la muerte. En el camino, en lugar de sembrar afectos, y cosechar amor, no hacemos más que desechar al otro como algo que ya no utilizamos... como si el único propósito de las relaciones hoy en día, fuera el de "TE USO Y TE TIRO". Nos cansamos rápidamente porque nos aburre. Ya no satisface nuestros caprichos, no me apetece y lo cambiamos por otro modelo. Así, al igual que cuando hacemos uso de la tarjeta de crédito para comprar algún bien, es como compramos al otro, viniendo éste con garantía al dorso y fecha de caducidad... Esto nos indica que estamos siendo atacados en nuestros valores y no nos están advirtiendo de ello, convirtiendonos en personas "light", livianas de iniciar cualquier tipo de vínculo que implique un cierto grado de compromiso, arraigo, responsabilidad, pasión, incondicionalidad... Lo que supone que cada vez haya más cantidad de separaciones y divorcios, o el estado de "soltero/a" sea una condición normal.
La necesidad que algunos medios tienen de mostrar o reflejar "su" realidad, lleva a la confusión de lo que verdaderamente queremos lograr. Nos muestran lo que deberíamos consumir, lo que deberíamos hacer, cómo tendríamos que vivir, etc. Conduciendonos a la movilización en masa descartando la individualidad de cada uno en la toma de decisiones.
Sin más preámbulo, como comunicadores debemos tener en claro nuestros propósitos a la hora de comunicar un mensaje. Tal como (para egresados universitarios) aprendimos en los códigos de ética periodística, no abusemos del micrófono y utilicemos la palabra para la transmisión de valores sinceros, reales y duraderos. No propaguemos la violencia, la separación, la infidelidad. No estaríamos cumpliendo con los mandatos que nos inculcaron en nuestra educación. Al fin y al cabo, somos periodistas y nuestro fin es el de informar, no el de desinformar u opinar. Amparados en el derecho a la libertad de expresión o libertad de prensa, expresamos lo que decimos sin filtraciones. Nuestro derecho termina cuando empieza el derecho del otro, y el derecho del público es ser informado adecuadamente sin apreciaciones personales sobre temas sensibles y aquellos sobre los cuales no tenemos conocimiento alguno...
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