El indeseado desamor...


Desenamorarse tiene muchas facetas oscuras...El golpe puede ser físicamente peligroso para las mujeres y psicológicamente traumático para ambos sexos. Los hombres se ven rechazados por la mujer que aman y, a menudo, acaban maltratandola emocionalmente... y a veces, físicamente. Una alarmante proporción de los hombres que son abandonados sin demasiadas contemplaciones acaban teniendo fantasías homicidas. Del mismo modo que la evolución ha instalado mecanismos de recompensa que nos inundan de placer cuando nos apareamos con éxito, quizá nos haya equipado también con mecanismos que nos propician dolor ante el fracaso de lograr una pareja estable.
Otro problema es que la gente se desenamora tan arrebatadamente como se enamora. No podemos predecir con certeza quién se desenamorará, pero algunos estudios recientes nos dan alguna pista. Así como la satisfacción del deseo es muy importante para enamorarse, las violacio­nes del deseo presagian conflicto. Un hombre elegido en parte por su amabilidad y su energía puede acabar siendo abandonado si se torna cruel y perezoso. Una mujer elegida en parte por su juventud y belleza puede perder a su pareja ante la competencia de un nuevo modelo de be­lleza. Un compañero al principio atento puede tomarse condescendiente. Y la infertilidad de una pareja tras repetidos actos sexuales puede llevar a ambos a buscar una unión más fructífera.
Hay que considerar por último la cruda métrica del mercado de pare­jas. Considérese una joven pareja de profesionales. Si la carrera de la mujer se dispara pero el hombre acaba siendo despedido, su relación se verá sometida a una fuerte tensión porque sus valores de mercado son ahora distintos. En la jungla evolutiva del emparejamiento, podemos admirar a una mujer que se mantenga fiel a un marido perdedor, pero quienes lo hicieron ciertamente no son nues­tros antepasados. Los humanos actuales descienden de antepasados que cambiaron su pareja por otra mejor cuando la ganancia potencial supera­ba con creces los múltiples costes que las personas sufren a consecuen­cia de una separación.
La historia evolutiva no acaba aquí. Donde existe el deseo de amor, existe el deseo de manipularlo. Los hombres engañan a las mujeres acerca de la intensidad de su amor para conseguir recompensas sexuales a corto plazo. Las mujeres, por su parte, han desarrolla­do por coevolución defensas contra la explotación sexual, por ejemplo imponiendo un largo proceso de cortejo antes de consentir en el sexo, in­tentando detectar el engaño y desarrollando una capacidad superior para interpretar señales no verbales. La carrera armamentista coevolutiva del engaño y la detección del engaño continúa, y no parece tener fin.

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